“Goticas milagrosas”: se busca líder para gestionar pandemia
/El 51,4% de los españoles considera que el primer problema que existe actualmente en España son los peligros para la salud relacionados con el coronavirus, según el Barómetro del CIS de enero. Por eso, no extraña que los recientes movimientos en el Ministerio de Sanidad hayan avivado el debate sobre la capacidad de nuestros dirigentes para gestionar esta crisis sanitaria y su impacto en la economía y el empleo. Y también sobre la necesaria, o no, correspondencia entre su formación y experiencia y el ámbito de su competencia. Por ejemplo, sobre si el titular del Ministerio de Sanidad debe tener conocimientos sobre el ámbito sanitario.
Al parecer solo 4 de los 24 ministros españoles de Sanidad en democracia han tenido formación médica.
Claro que si en momentos de prosperidad la calidad de la dirección puede no ser crítica, en los momentos difíciles es cuando un verdadero líder marca la diferencia.
Seguramente por eso, el presidente de la Organización Médica Colegial, Serafín Romero, ha manifestado que “el ministerio de Sanidad, el mundo de lo asistencial y la salud pública necesitan un perfil mucho más sanitario y de trinchera”. Que no basta con que la nueva ministra de sanidad, Carolina Darias, sea conocedora de la situación.
Lo cierto es que, según ese mismo estudio del CIS, los españoles suspendemos la gestión de todos de nuestros líderes políticos, con independencia de su formación y del partido al que pertenecen. Y ejemplos como los de cargos públicos saltándose el turno de vacunación no auguran mejores resultados en el futuro.
Es evidente, pues, que de igual modo que los dirigentes no acaban de encontrar la solución a los problemas actuales, tampoco los ciudadanos conseguimos dar con el dirigente que halle la estrategia adecuada. Decía el personaje de Robert De Niro en el filme Ronin “o eres parte del problema, o de la solución; o si no, eres parte del paisaje”. ¿Qué papel jugaríamos como ciudadanos en esa película?
Es decir, ¿la delegación del poder del pueblo en los políticos deja toda la responsabilidad en manos de estos?
Seguramente no. Y es que en la democracia representativa el pueblo debiera ser en última instancia “el jefe”. Así, de igual modo que en una empresa el jefe delega tareas en sus colaboradores, y les otorga margen de maniobra para realizarlas, sin quedar liberado de ser en última instancia el responsable de los resultados, los ciudadanos al entregar el poder a nuestros representantes, no abdicamos de nuestra responsabilidad.
Por ello, la búsqueda del liderazgo es un equilibrio inestable entre las capacidades del dirigente y las capacidades y necesidades de los dirigidos, en función del contexto. Solo podemos encontrar lo que ya existe en nosotros; por tanto, los valores, la formación y la experiencia deben estar previamente desarrolladas en la sociedad de la que surge el líder.
En este sentido, el repetido estudio del CIS, recoge que un 44,3% piensa que la mayoría de los españoles está siendo poco cívica e indisciplinada en la forma de afrontar las medidas contra la COVID-19. Además, seguimos asistiendo con frecuencia a incumplimientos de las medidas de prevención recomendadas, que se complementan con la estulticia de los negacionistas, terraplanistas, creacionistas, y otras especies. Individuos que no solo no hacen bien a los demás, sino que tampoco se lo hacen a ellos mismos. Es decir, estúpidos, en la definición de Cipolla.
En este contexto, no debe extrañarnos la frase de Felipe González, pronunciada en el Foro La Toja Vínculo Atlántico, en octubre de 2019, cuando ni siquiera había comenzado la actual pandemia: “Comparados con algunos, Rajoy y yo somos Churchill”.
Claro que, junto a esos estúpidos e incompetentes, no lo olvidemos, están los malvados, que buscarán sacar partido del totum revolutum, en su propio beneficio sin importarles el perjuicio que puedan causar a los demás, pretendiendo convencer de que son los únicos que tienen la receta contra todos los males, la poción mágica, las “goticas milagrosas”. Pero de esos hablaremos otro día.