El fin del trabajo o trabajo sin fin: productividad y tiempo de trabajo (1ª parte)

Recientemente dos destacados directivos de empresas punteras de la Comunidad Valenciana y de nuestro país, recomendaron fijarnos en China y Japón, para aprender de sus prácticas. Juan Roig, presidente de Mercadona, resaltó el espíritu de los bazares chinos y su esfuerzo para trabajar más allá de los horarios estándar en España. Antonio Adés, director de fabricación de Ford España, recordó de Japón el menor tiempo de vacaciones y su más alto ritmo de trabajo. No se trata de discutir la realidad: los trabajadores de países de Europa Occidental, de media, tienen el mayor número de días de vacaciones pagadas del mundo, incluidos festivos, mientras que, los empleados en Asia-Pacífico tiene el nivel más bajo. Sin embargo, la prosperidad de unos países y otros, no es una simple cuestión de tiempo de trabajo. En nuestro contexto europeo, conocido es que España es uno de los países con un número mayor de horas de trabajo, y sin embargo con un bajo nivel de productividad. Según el estudio de la profesora Cristina Simón, existe una relación inversa entre el índice de productividad y el número de horas trabajadas que refleja que los países más productivos en el contexto europeo tienden a trabajar menos horas. Además de que el número de horas trabajadas tiene un impacto negativo en la motivación y satisfacción del trabajador. No hay que olvidar que, en general, la productividad, individual o colectiva, se define por la relación óptima y simultánea entre calidad (según la percepción del consumidor), coste (mínimo empleo de los recursos de todo tipo -financieros, materiales…- y no solo humanos), y tiempo (el menor posible) para un determinado producto o servicio. De hecho, lo relevante no es sin más el tiempo trabajado, sino el resultado obtenido. En el filme In time, el personaje interpretado por Justin Timberlake trabajaba para conseguir alargar su vida, y poder tener lo necesario, en una estresante pugna con la cuenta atrás que, sobreimpresionada en su antebrazo, le recordaba cada segundo el tiempo que le restaba para consumirse. El popular índice Big Mac, que nos indica el precio del afamado producto en cada país, traducido a dólares, tiene una versión que lo correlaciona con el tiempo necesario para poder adquirir la renombrada hamburguesa. Así, según estos datos, el tiempo de trabajo requerido en Madrid para comprarla era en 2006, de 19 minutos, frente a los 28 de Barcelona, o los 10 minutos de Tokyo y los 44 de Beijing. Parece, por tanto, que en Europa la clave de la productividad no reside en la cantidad de tiempo empleado en el trabajo, sino en un factor de tipo cualitativo que desde el punto de vista de gestión de las personas plantea un reto importante (continua).